lunes, 11 de octubre de 2010

Vida y cultura de la burguesía


La burguesía organiza el crecimiento de las ciudades y su planificación, reservándose un espacio social urbano en el que se re­presentan las manifestaciones más específicas de su identidad cultural.

En la ciudad desaparecen los vínculos y usos tradicionales y nacen nuevas pautas de comportamiento y modos de vida, La burguesía, ascendente en el poder y en la economía, dirigía las transformaciones ur­banas, el cambio de costumbres y la aparición de nuevos valores mora­I les y sociales, Un nuevo estilo de vida, a imagen y semejanza de la nueva sociedad burguesa, se iba imponiendo como ideal para unos o como referencia inalcanzable para otros­.

La gran burguesía controlaba el poder económico y político, y estaba compuesta por industriales y banqueros, grandes comerciantes y em­presarios, altos funcionarios, profesionales cualificados, militares de al­ta graduación, etc. Gracias al control del poder municipal, dirigían la planificación urbanística, el trazado de calles amplias y rectas en el cen­tro de la ciudad antigua, la expansión urbana fuera de las murallas, el diseño de nuevos barrios, etc Se construyeron nuevos y espléndidos edificios, reservándose las clases acomodadas el piso "principal" para su uso.

Las clases medias urbanas procuraban imitar las formas de vida y los valores burgueses desde su condición de propietarios de talleres o tien­das o de empleados en las escalas intermediarios de la administración, el ejército o las profesiones liberales.

Los nuevos barrios burgueses eran el escenario de una vida social pro­pia. Para desarrollarla, se construían edificios tan característicos como la Bolsa, el teatro, la ópera, el casino, el nuevo Ayuntamiento y los am­plios cafés. Las clases dominantes contaban con lugares públicos propios; si tenían que compartidos, creaban ámbitos protectores o ex­iclusivos: palcos de teatro, camarotes lujosos en trenes y barcos, cabinas de baño en las playas, etc.

El ámbito de lo privado: la casa

La casa era el dominio privado por excelencia, el fundamento de la familia y el pilar del orden social. Tanto el exterior como el interior eran 11 simbolos del nivel social y de los logros adquiridos, El valor supremo de la sociedad burguesa era la propiedad, la casa tenía, entre otras funciones la de representar la riqueza de sus dueños­. El interior de la vivienda contaba con un gran salón para recibir a las numerosas visitas, La familia se ofrecía allí como espectáculo a sus huéspedes: exponía la vajilla de plata, utilizada sólo en las grandes oca­siones; un mobiliario tapizado, adornado con borlas o manteles; pare­des forradas con telas, cuadros, dobles cortinas en los ventanales, pa­peles pintados, jarrones, alfombras, etc.

La impresión más inmediata de un interior burgués era la de apiñamiento y acumulación ordenada de una masa de objetos, que eran ex­presión tanto del gusto como del precio, así como de la abundancia y baratura de la mano de obra necesaria para fabricados. Un comedor de uso diario, el despacho del cabeza de familia, las habi­taciones de los hijos y el espacio privado por excelencia, la alcoba, completaban la distribución del inmueble, junto a la cocina estaban las habitaciones del servicio.

Las clases más acomodadas de Londres, de París o de Viena ofrecían el modelo más acabado de casa burguesa, La cocina y el baño, curio­samente, fueron confinados a los extremos de la vivienda, Y no expe­rimentaron transformaciones de entidad hasta épocas más recientes, El baño no era de uso frecuente. El agua corriente llegó por primera vez a París en 1865; retretes e inodoros no comenzaron a usarse hasta fines de siglo.La música entró en los hogares burgueses a través del instrumento más grande, aparatoso y caro: el piano, y ningún interior burgués estaba completo sin él.


La institución familiar

La familia era la institución que garantizaba la unidad y la permanencia de la propiedad; toda una serie de valores morales se derivaban de es­ta realidad. Todo lo que atentaba contra la unidad familiar resultaba pe­ligroso y, por tanto, inmoral; las pasiones libres de sus miembros, cón­yuges o hijos, eran inmorales porque no eran apropiadas para la institución familiar, ya que la ponían en peligro.

La igualdad de derechos conquistada por la burguesía estaba lejos de ser una realidad social para todos los miembros de la familia, que era, claramente, patriarcal. Según el código napoleónico, la familia era una unidad económica en la que "el marido es el único administrador de los bienes de la comunidad"; sólo el padre y propietario gozaba de derechos políticos.

La elección de marido o esposa era un asunto de enorme importan­cia para las familias burguesas. De ello dependía incrementar la propie­dad o emparentar con los más destacados. La libertad personal y los deseos de los individuos no eran tenidos en cuenta para decidir con quién iban a casarse. La doble moral burguesa consistía en aceptar dos normas de comportamiento diferentes: castidad para las hijas y fi­delidad para las esposas, infidelidad tolerada para los casados y permi­sividad sexual para los hijos varones.

La mujer era la dueña y la organizadora de la vida cotidiana del hogar;las múltiples tareas que de ello se derivaban podían compensar, parcialmente, su inferioridad económica y jurídica. Ejercía su autoridad sobre los niños y sobre un servicio doméstico numeroso (ayas, cocine­ras, doncellas, etc.). Una "señora" se definía como alguien que no tra­bajaba y que, por tanto, ordenaba a otras personas que lo hiciesen.

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