La educación y la prensa
A lo largo del siglo se desarrollaron nuevos sistemas educativos que regulaban desde la enseñanza primaria hasta la universitaria, El objetivo ya no era instruir a unas minorías, como ocurría en el Antiguo Régimen, sino educar en distintos niveles a sectores más amplios de la población, La sociedad burguesa necesitaba obreros especialistas que supiesen leer, técnicos, administrativos, etc., en número creciente.
Se implantaron progresivamente unos modelos estatales de enseñanza pública. Los nuevoS estados nacionales tenían la necesidad de reforzar la cohesión social y la homogeneización de los nuevos ciudadanos; la educación era el mejor instrumento para ello. Gran Bretaña, Holanda, Prusia y Francia fueron los países que más tempranamente extendieron una enseñanza primaria pública y gratuita, que nunca llegó a estar generalizada. A fines del siglo XIX, entre el 85% y el 90% de la población estaba alfabetizada en el norte de Europa occidental, proporción que en España o Italia era sólo de un 70%, y en Rusia no llegaba al 30%.
En 1808 se creó en Francia el grado de Baccalauréat (Bachillerato), que se obtenía al aprobar un examen al final de la enseñanza secundaria. El bachillerato fue implantado por todos los estados, Cada gobierno determinaba unoS planes de estudio uniformes para todos los centros.
Las universidades adaptaron sus viejas estructuras a las nuevas necesidades de la sociedad Se fueron liberando de la tradicional influencia que la Iglesia siempre había tenido sobre la enseñanza superior. La tendencia general de los estudios era adaptarse a las necesidades del desarrollo económico moderno y, sobre todo, dotar de funcionarios preparados a los pujantes estados liberales.
La expansión de la prensa fue otro hecho cultural clave; en este caso, la iniciativa era privada, y no estatal, aunque los gobiernos procuraban controlar e intervenir en la línea editorial de los periódicos. La prensa se dirigía a una opinión pÚblica cada vez más amplia. La alfabetización y el abaratamiento del precio del periódico hicieron aumentar el número de lectores. Cualquier ciudad de tamaño medio tenía más de un periódico diario, aunque de poca tirada. Otros, como el londinense Tbe Times, editaban más de 60.000 ejemplares a mediados de siglo.
Buena parte de las cabeceras clásicas de la prensa europea surgieron en este periodo: el francés Le Figaro (1851), el alemán Fran!:?furter Zeitung (185G). el italiano 11 Corriere della Sera (1876), el ruso Novosti (1870), el espai\ol La Vanguardia 0881). El NeU' York Times nacía en 1851. Los reriÓdicos de Pulitzer, una de las personalidades más destacadas del periodismo en Estados Unidos, tiraban 80,000 ejemplares diarios en Nueva York hacia 1880. A fines de siglo, los diarios comenzaron a dirigirse a las masas, y no solamente a una opinión pÚblica reducida. Los sindicatos y partidos obreros editaron también sus propios periódicos.
A lo largo del siglo se desarrollaron nuevos sistemas educativos que regulaban desde la enseñanza primaria hasta la universitaria, El objetivo ya no era instruir a unas minorías, como ocurría en el Antiguo Régimen, sino educar en distintos niveles a sectores más amplios de la población, La sociedad burguesa necesitaba obreros especialistas que supiesen leer, técnicos, administrativos, etc., en número creciente.
Se implantaron progresivamente unos modelos estatales de enseñanza pública. Los nuevoS estados nacionales tenían la necesidad de reforzar la cohesión social y la homogeneización de los nuevos ciudadanos; la educación era el mejor instrumento para ello. Gran Bretaña, Holanda, Prusia y Francia fueron los países que más tempranamente extendieron una enseñanza primaria pública y gratuita, que nunca llegó a estar generalizada. A fines del siglo XIX, entre el 85% y el 90% de la población estaba alfabetizada en el norte de Europa occidental, proporción que en España o Italia era sólo de un 70%, y en Rusia no llegaba al 30%.
En 1808 se creó en Francia el grado de Baccalauréat (Bachillerato), que se obtenía al aprobar un examen al final de la enseñanza secundaria. El bachillerato fue implantado por todos los estados, Cada gobierno determinaba unoS planes de estudio uniformes para todos los centros.
Las universidades adaptaron sus viejas estructuras a las nuevas necesidades de la sociedad Se fueron liberando de la tradicional influencia que la Iglesia siempre había tenido sobre la enseñanza superior. La tendencia general de los estudios era adaptarse a las necesidades del desarrollo económico moderno y, sobre todo, dotar de funcionarios preparados a los pujantes estados liberales.
La expansión de la prensa fue otro hecho cultural clave; en este caso, la iniciativa era privada, y no estatal, aunque los gobiernos procuraban controlar e intervenir en la línea editorial de los periódicos. La prensa se dirigía a una opinión pÚblica cada vez más amplia. La alfabetización y el abaratamiento del precio del periódico hicieron aumentar el número de lectores. Cualquier ciudad de tamaño medio tenía más de un periódico diario, aunque de poca tirada. Otros, como el londinense Tbe Times, editaban más de 60.000 ejemplares a mediados de siglo.
Buena parte de las cabeceras clásicas de la prensa europea surgieron en este periodo: el francés Le Figaro (1851), el alemán Fran!:?furter Zeitung (185G). el italiano 11 Corriere della Sera (1876), el ruso Novosti (1870), el espai\ol La Vanguardia 0881). El NeU' York Times nacía en 1851. Los reriÓdicos de Pulitzer, una de las personalidades más destacadas del periodismo en Estados Unidos, tiraban 80,000 ejemplares diarios en Nueva York hacia 1880. A fines de siglo, los diarios comenzaron a dirigirse a las masas, y no solamente a una opinión pÚblica reducida. Los sindicatos y partidos obreros editaron también sus propios periódicos.
Literatura, música, arte: el nuevo gusto
Durante las primeras décadas del siglo se extendió una nueva sensibilidad cultural, a la que se denominó romanticismo. Era la expresión del individualismo y del énfasis en la libertad que caracterizaban la nueva burguesía, y también, en algunos casos, del rechazo de unos valores morales utilitarios y formalistas. Tanto en literatura (Lord Byron, Larra, Chateaubriand, Blake) como en mÚsica (Schubert, Chopin, Liszt), fue un fenómeno de dimensiones europeas, como lo serán posteriormente el realismo o el naturalismo.
Lo más significativo fue que aumentaba constantemente el número de consumidores de cualquier tipo de creación artística, lo cual transformaba profundamente el papel del artista en la sociedad. La burguesía "consumía" más construcciones arquitectónicas, más pintura y más escultura. Los campos en los que el pÚblico desempeñó un papel más determinante fueron los de la literatura y la mÚsica.
El lenguaje artístico de la música era especialmente idóneo para reflejar la veta intimista y sensible del alma romántica. La música ejerció gran atracción en la sociedad burguesa La ampliación de la demanda y del gusto musical permitió a compositores e intérpretes librarse de la dependencia y los encargos de la Corte, la Iglesia o la nobleza, y empezar a expresar libremente sus sentimientos, así como a vivir de su trabajo, y no del mecenazgo. El gran espectáculo para las elite s del siglo fue la ópera, que unía literatura, música y teatro, y que se convirtió en una especie de templo burgués La ópera clásica reflejaba los ideales que animaban la sociedad, desde el amor romántico hasta el nacionalismo; alcanzó su apogeo con las composiciones del italiano Verdi, quien participó activamente en la lucha por la unificación italiana, y del alemán Richard Wagner, que representaba los grandes mitos y leyendas del pueblo alemán.
Los lectores aumentaron, y las estanterías burguesas se llenaron con las obras, cuidadosamente editadas, de los clásicos nacionales e internacionales. El género literario preferido por la cultura del siglo XIX fue la novela. El tema principal de los novelistas fue la descripción real del surgimiento y de la crisis de la sociedad burguesa. Las novelas de Dickens (18121870) eran a la vez una descripción y una crítica social de los efectos de la industrialización en Inglaterra. Balzac, Flaubert y Zola retrataron la sociedad francesa, así como Benito Pérez Galdós la española, o Tolstoi y Dostoievski la rusa.
El pÚblico consumidor se fue ampliando paulatinamente y accedió en mayor nÚmero al consumo artístico a través de la prensa, de la litografía y el grabado, de la fotografía y del gramófono. Las clases medias y las clases populares acudían a la opereta, la zarzuela, el cabaré o el café cantante, mientras que la ópera limitaba su acceso a las elites; leían folletines y novelas por entregas si las grandes obras de la literatura les resultaban lejanas; se apropiaban de deportes como el fÚtbol o el ciclismo, popularizándolos. Deseaban acceder a las conquistas económicas y culturales de la burguesia, e incluso a muchos de sus valores. A fines de siglo, la sociedad liberal abría las puertas a la sociedad de masas.
Durante las primeras décadas del siglo se extendió una nueva sensibilidad cultural, a la que se denominó romanticismo. Era la expresión del individualismo y del énfasis en la libertad que caracterizaban la nueva burguesía, y también, en algunos casos, del rechazo de unos valores morales utilitarios y formalistas. Tanto en literatura (Lord Byron, Larra, Chateaubriand, Blake) como en mÚsica (Schubert, Chopin, Liszt), fue un fenómeno de dimensiones europeas, como lo serán posteriormente el realismo o el naturalismo.
Lo más significativo fue que aumentaba constantemente el número de consumidores de cualquier tipo de creación artística, lo cual transformaba profundamente el papel del artista en la sociedad. La burguesía "consumía" más construcciones arquitectónicas, más pintura y más escultura. Los campos en los que el pÚblico desempeñó un papel más determinante fueron los de la literatura y la mÚsica.
El lenguaje artístico de la música era especialmente idóneo para reflejar la veta intimista y sensible del alma romántica. La música ejerció gran atracción en la sociedad burguesa La ampliación de la demanda y del gusto musical permitió a compositores e intérpretes librarse de la dependencia y los encargos de la Corte, la Iglesia o la nobleza, y empezar a expresar libremente sus sentimientos, así como a vivir de su trabajo, y no del mecenazgo. El gran espectáculo para las elite s del siglo fue la ópera, que unía literatura, música y teatro, y que se convirtió en una especie de templo burgués La ópera clásica reflejaba los ideales que animaban la sociedad, desde el amor romántico hasta el nacionalismo; alcanzó su apogeo con las composiciones del italiano Verdi, quien participó activamente en la lucha por la unificación italiana, y del alemán Richard Wagner, que representaba los grandes mitos y leyendas del pueblo alemán.
Los lectores aumentaron, y las estanterías burguesas se llenaron con las obras, cuidadosamente editadas, de los clásicos nacionales e internacionales. El género literario preferido por la cultura del siglo XIX fue la novela. El tema principal de los novelistas fue la descripción real del surgimiento y de la crisis de la sociedad burguesa. Las novelas de Dickens (18121870) eran a la vez una descripción y una crítica social de los efectos de la industrialización en Inglaterra. Balzac, Flaubert y Zola retrataron la sociedad francesa, así como Benito Pérez Galdós la española, o Tolstoi y Dostoievski la rusa.
El pÚblico consumidor se fue ampliando paulatinamente y accedió en mayor nÚmero al consumo artístico a través de la prensa, de la litografía y el grabado, de la fotografía y del gramófono. Las clases medias y las clases populares acudían a la opereta, la zarzuela, el cabaré o el café cantante, mientras que la ópera limitaba su acceso a las elites; leían folletines y novelas por entregas si las grandes obras de la literatura les resultaban lejanas; se apropiaban de deportes como el fÚtbol o el ciclismo, popularizándolos. Deseaban acceder a las conquistas económicas y culturales de la burguesia, e incluso a muchos de sus valores. A fines de siglo, la sociedad liberal abría las puertas a la sociedad de masas.
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